jueves, 22 de mayo de 2014

Historia de febrero.

Las risas pasajeras de los hombres sin sonrisas, eran solo parte del eco que se escuchaba al fondo del pasillo mas oscuro en el antiguo hospital abandonado; donde nadie quería buscar la luz, ni ver las estrellas y si quiera escuchar el sonido del viento.

Ekaterina se fijo  en el techo, se dio cuenta que ya no habían cuadros, sólo figuras deformes que en las noches cobraban vida, sonrió y se comenzó a reír cuando vio que en el suelo millones de pequeños ojos la miraban y de los rincones menos esperados salían sombras que le susurraban maldiciones al oído.

El tiempo iba muy despacio, cuando ella caminaba por el maldito pasillo, miraba como la humedad había destrozado el lugar, "los pedazos perfectos" del pasado seguían intactos en el suelo y de las grietas de las paredes salían los monstruos que la seguían en su condena.

Nada le asustaba porque había ya pasado lo peor, cruzo la linea que separaba lo normal de lo anormal y sin darse cuenta cayó lentamente en uno de los agujeros de su mente, que le llevaría a una dimensión diferente y la hacía pensar tanto que su cabeza parecía explotar en millones de imágenes hermosas.

Una de esas imágenes la llevo a recordar su primer beso húmedo, con el chico de los ojos blancos a la orilla del lago de sangre que decoraba el mas hermoso parque de la ciudad del demonio, donde los romances caían en pasiones desenfrenadas y no había ninguna señal para detenerse.

El demonio sonreía, ella desidia jugar muchas a las escondidas todas las noches, a saber que controlaba el amor, sin miedo, con preguntas infinitamente retoricas, palabras de "amor eterno"  y suspiros al alba que le daban un toque mas de intensidad a todo.

El jugo a sentir lo que es tener sexo, hasta que al despertar ella no lo vio nunca mas.

Desesperada la busco, lo volvió a buscar y nunca lo logro encontrar; hasta en "las calles malditas" donde ningún ciudadano de esta ciudad quería pasar lo busco, pero no lo encontró jamás.

Pero "el chico de los ojos blancos", no era mas que un escritor que escribía de vampiros sin alas, personas con cabezas cuadras, soñadores sin sueños, sentimientos ciertamente frágiles o  de señoras que seguían a otras casi igualando sus pasos, con el maquillaje hasta en los pies tanto que parecían ser las mas conocidas en la ciudad del demonio.

El siempre le dijo  Ekaterina que tenía algo adentro de ella, "una voz" que dictaba mas que ella en su cabeza, ella nunca le creyó.

En medio se su búsqueda un día se perdido por las grandes jardines del norte, donde los muertos parecían vivir otra vez, donde se sentaban a tomar las viudas o viudos botellas completas de coñac, vino y vodka, sin pensar en el mañana y en un pedazo viejo de piedra encontró una frase que decía: "Nada era fantasía todo era real".

-Eso no era cierto-  se dijo a si misma con voz temblorosa.

-Tu sabes que lo es- le decía esa voz-

-¡No lo es y punto!- respondió gritando y comenzó a correr.

Al correr sin rumbo cayo en uno de sus agujeros mentales, buscando la salida solo encontró un laberinto que no hizo que se sienta mejor, al sumergirse tanto perdió lo que mas amaba, su dignidad, su pantalón de colores llamativos, lo remplazo por un libro de el chico de los ojos blancos, para recordarlo. fue entonces cuando en verdad lo perdió.

Un día tirada en el gris pasto del parque de los "recuerdos", como ella mismo lo había nombrado, lo vio a el ahogándose en el lago de sangre donde todos los antepasados de Ekaterina habían muerto.

-Uno mas a la larga lista de los que te ven la cara de tonta- le dijo la voz

-Yo solo lo tuve 10 meses en mi cabeza y en mi cuerpo ahora es un problema mas de Dios- ella respondió

Ella se pinto los labios de rojo, camino por la calle sonriendo casi a cualquiera que la mirara. Los extraños la seguían a todas partes, no la criticaban, vio a una de sus amigas lanzarse al vacío de la locura por buscar la salida de la ciudad, a otras hablando de alguien nuevo que llevaba a su vida pero que un acto de valentía ellas usaban su carne para alimentar a los perros o gatos que iban perdidos por la calle.

Ekaterina, al olvidar esa imagen, seguir por el pasillo  caminando casi desmayada, pudo ver algo rayado con un crayón, cuando se acerco vio que era una frase cruel que decía: "No parece lo que es en realidad, quisiera que entiendas eso"

Ella recordó todo, entonces se dispuso a olvidar lo que siempre estaba rellenando sus mas vacíos pensamientos, Ekaterina miro una de sus viejas imágenes, se vio en ella sonriendo junto a su "amante bandido".

Su amante bandido no era mas que un "extraño" que vivía dentro de la ciudad, con camisa de seda roja, corbatín de marca "sex" y zapatos de color azul, criticaba todo lo que miraba menos a el, se quedaba viendo horas de horas en el retrovisor de su auto rojo pensando en aquellas historias de vaqueros que creía tan reales como su belleza física. Tenía ojos rojos como un santo, pensamientos oscuros que contaminaban el aire  y sus planes de crear algo nuevo acababan en ir a comer en lugares de lujo, con las peores personas de la ciudad que llevaban mascaras de infernales monstruos para parecer normales o por lo menos querer ser algo diferente a lo que eran.

Ekaterina, lo siguió por años, ella casi ni hablaba, pero sabía que no tenía mucho tiempo de vida o por lo menos eso sentía. Pero ella quedo embarazada, por meses el paso negando que eran suyas las criaturas que estaban en su vientre, hasta que sus padres quisieron verlos tradicionalmente casados  para criar a sus dos hijos, ya que eran gemelos; una hija, un hijo, ambos mas parecidos a su padre que a su madre.

El cuando decía algo lo decía gritando  se auto-alababa diciendo que no podía existir alguien mejor que el, se miraba  como el gran emperador de la ciudad del demonio.

-Nadie me puede detener cariño- lo decía mirándose a su espejo con gran amor.

Ekaterina, solo lo miraba:
con su arrogancia, su forma de peinarse cuando iba caminando por el norte con una mano en el bolsillo el peine enredado en su cabello rizado, mirándose al espejo sin dejar de mirar cuanto color habían perdido sus ojos, su manera de mirar al exterior añorando salir de la ciudad, buscando su dosis diaria de polvo blanco para creerse extranjero y su forma de hablar era lo que mas le molestaba a ella.


Pero fue cuestión de tiempo para que el valla al centro un momento a comprar otro espejo, pero sin saberlo un reconocido psicópata que ya lo tenía en su cabeza se acerco a el, le dio una carta que escribió para el y luego de eso le corto su cabeza, le arrancaría su cabellera perfectamente peinada, pero que no era mas que una peluca de esas que se compran al final del año, sus dientes si siquiera eran de oro como el aseguraba, eran de plástico y cuando le corto sus extremidades brotaba una sangre que parecía azul, pero seguía siendo roja como la de todos.

El lunático uso la sangre del "amante bandido" para poner una frase: "No parece lo que es en realidad, quisiera que entiendas eso"

Ella al mirar la frase sonrío al ver la frase, la miraba por días mientras que algunos extraños querían borrarla mas se definía, mas se quedaba en la cabeza de las personas, hasta que un día cuando desapareció

Ekaterina, se dio cuenta que su vida dejo de tener sentido otra vez y entonces fue cuando ella mismo cogió a sus dos pequeños hijos, los llevo al callejón abandonado para que jugaran con ella, pero sabía que no iba a ser por mucho tiempo, ya que ley era clara.

Entonces los cogido de sus manitas, los llevo al parque de los "recuerdos", en una procesión las personas cantaban para alabar al demonio, Ekaterina iba al frente con una mirada triste como si quisiera escapar,  entonces cuando llegaron al lago de sangre, al subir al pequeño bote lo pensó dos veces, pero los guardianes le obligaron a subirse, todos la miraban bañando a sus hijos despacio, tardeando una canción lentamente suspirando profundamente y mirando como sus hijos se sumergían en la sangre de todos los niños de la ciudad del demonio.

Cuando sumergido a la niña  miro en su reflejo la tristeza, pensó tanto sobre si misma que se olvido de que existían las demás personas recuerdos de como llego a parar en este lugar venían a ella, sus padres autoritarios, severos hasta el final, querían ver a su hija ser la enfermera mas importante del mundo, la niña se había ido y ahora no curaba a nadie solo intentaba curarse a si mismo.

Entonces su hija sin nombre la miraba con la mirada perdida  como si estuviera buscando a Dios, su hijo solo se rió mientras ella los dejaba caer muy despacio cuando sus lagrimas parecían calmar el dolor, los soltó  y los miro sumergiéndose, ahogándose, vomitando todo el dolor que ella sentía se quedo sola tan perdida como siempre en una historia de febrero.






domingo, 11 de mayo de 2014

La mirada.

Algunos extraños paseaban por la calle, ellos con sus ojos pálidos miraban detenidamente todo lo que se encontraba a su alrededor, estaban vestidos con sus camisas de seda fina, corbatines de marca "sex" de color rojo, gorras planas y tenían los zapatos bien lustrados para ver sus rostros y su sonrisa casi perfecta que solo desmostaba un poco mas el vació que tenían dentro de sus cabezas.

Los desconocidos de la famosa ciudad del demonio caminaban por una calle casi vacía del sur, en donde ella perdida como siempre andaba con su vestido casi roto, usaba ballerinas de color rojo con pequeños huecos a los costados, las usaba aun que nunca fue buena bailarina, un lazo azul al borde de su cabello liso color castaño claro y por supuesto su sonrisa rota por tantos años en la profesión mas vieja del mundo.

Los ruidos de la ciudad ahuyentaron  a las ratas que seguían el rastro de corrupción por abajo de la calle donde ella paseaba lentamente buscando algo que perdió hace mucho tiempo, parecía que la tarde caía lentamente, que el tiempo se detenía cada cierto tiempo, que nadie podía sacarla de la cabeza, pero ella no recordaba a ninguno de sus fieles amantes.

Los extraños se fueron, luego ella se sentó en la vereda mojada, prendió un cigarrillo  largo con sabor a menta , se puso su sombrero y comenzó a caminar bajo la lluvia fumando su tabaco. Unos minutos después apareció el único hombre que podía hacerle temblar.

Ese hombre, se acerco a ella con su gran barba roja, su sombrero de paja, los dientes sucios y su gran aliento a uno de los peores aguardientes que existen:

-¿Donde esta la salida de esta ciudad?- El pregunto.

-La verdad no puede salir de esta ciudad sin haber muerto - Ella respondió en voz baja.

-Debe haber alguna luz en medio de tanta oscuridad- el dijo despidiéndose de ella a paso lento.

Nunca se volverían a ver, ella sintió que ese hombre extraño había dejado algo dentro de ella, pero no sería hasta luego de un largo tiempo cuando aparecía un pequeño recuerdo de el. Ese recuerdo era la única esperanza de ambos para salir de la ciudad, ya que la única forma de poder salir de esta ciudad era con la ayuda de un iluminado.

Pero el hombre de la barba, botas rojas de cuero y flaco como un palo de escoba había desaparecido hace mucho, ella sola estaba buscando la forma de mantener vivo el recuerdo, pero cada día se podría mas y mas, tanto que al llenar el momento de que ese recuerdo se hiciera algo vivo ella estuvo cerca de morir.

El niño camino lentamente por calle al salir del vientre de su madre, ella moribunda lo vio irse como su padre desapareciendo entre las sombras buscando la salida, ella lo sujeto fuertemente impidiendo que el se moviera hacia otra parte.


-Veras, hijo mio si me abandonas ahora desapareceré porque el vendrá por mi- le dijo al oído en voz baja .

El niño sonrió, la abrazo y no dijo ninguna palabra.

Años habían pasado, el niño había crecido como su padre, creyendo poder salir de la ciudad algún día conocer el mar y ahogarse en el, para así sentir libertad, pero todos lo miraban con odio, era uno de los pocos iluminados que habitaban en el sur de la ciudad, los otros niños ni se le acercaban, los extraños lo criticaban más que los otros.

El niño ahora era joven, con su corbata de colores, su nariz roja como la luna, con guantes blancos y grandes como sus ojos de color azul, su piel morena como la noche y sus cabellos  negros que parecían cambiar de colores por la luz. Era el joven mas normal de la ciudad o por lo menos de la calle donde el vivía, "la calle de la ilusiones", esa calle que ningún hombre del centro se atrevería a pasar.

La calle de las ilusiones fue llamada así porque le faltaba a alguien siempre un sueño, todos esos hombre tenían la cabeza rota sus ideas salían volando; siempre que creaban una o solo se iba con el que primero la mirara volar por la calle o solo se quedaba para ser una parte escrita en la acerca.

El joven al ser diferente se sintió rechazado, se dedico solo a escribir en uno de los rincones mas oscuros de su casa y cuando salia no volvía en un buen tiempo; su madre preocupada pasaba buscándolo por toda la calle, de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba, pero siempre lo encontraba tirado abajo de un árbol hablando con el, mirando sus ramas moverse con el viento con gran admiración, con una mirada que nunca le había dado a su madre, una mirada de "amor". Ella lo escuchaba decir mucha veces que el era su único amigo que el entendía su soledad, pero fue la prostituta que celosa, corto el árbol y sembró otro en el jardín de su casa para que su hijo no se alejara mucho de ella.

Pero el pobre no podía hablar con este árbol, se sentía diferente, como si hubiera un gran muro entre ellos, hasta que un día el creando un personaje para un de sus cuentos se dio cuenta que había una puerta en ese muro, abrio la puerta y suspiro profundamente. El podía ver lo que nadie mas vio en medio de la calle de las ilusiones, la salida de la ciudad del demonio, camino por la seca arena, encontró los sueños de cada uno de los muertos que rodeaban su gran patio.

El negocio propio de su vecino Jaime, el auto propio de su compañero de salón, las postales del esposo de la señora Sanches, los juguetes que Jesus perdió en camino al infierno, los sueños de millones regados por la gran playa que acompañada de millones de estrellas, hacían brillar el agua del mar. El sonrió y salto junto a su padre y solo ahí encontró su felicidad.

Su madre, con su vestido azul completamente roto, sus bailarinas rojas sucias y rotas, miraba a su hijo colgado de su corbata negra en la rama del árbol que ella mismo planto, ella lloraba, el sonreía porque solo así podía salir de este lugar y conseguir sueños que todos tuvimos antes de vivir.





















jueves, 8 de mayo de 2014

Sin rostro.

Era un hombre sin rostro que caminaba por su tejado buscando una excusa para no ver hacia atrás. Un hombre extraño y desconocido en la famosa ciudad del demonio.

En la ciudad del demonio se sentía el invierno: llovía  a cántaros casi todo el tiempo como si "se cayera el cielo sobre el infierno", el viento soplaba fuertemente llevándose las cometas de los infantes que tristemente sonreían   al ver a sus padres partir lejos por intentar alcanzar un sueño que en si no era nada más que un espejismo.

Era un lugar lúgubre no solo por sus estrechas calles llenas de basura o pedazos de automóviles abandonados, era su gente lo que en verdad te hacia sentir en un lugar realmente extraño. Ellos te miraban con sus ojos rojos de tanto llorar por que la muerte se había olvidado para siempre de este lugar, sus sonrisas chuecas que parecían demostrar felicidad o a la vez tristeza, todo era fingido y solo el hecho de verlos caminar con sus palas en el hombro y sus sombreros de copa era una razón mas tener escalofríos al ir por las calles del centro de ciudad.

Yo quería vivir lejos de todo, como un ermitaño que no sabia como era la luz. Por esta razón  yo vivía en un pequeño cuarto de hotel ubicado en el centro de la ciudad, en donde  la luz era casi escasa, no podía ver mas allá de mi vieja fotografía del colegio, las goteras del techo caían sobre mis pies descalzos y escribía cuentos para niños huérfanos que ya no vivían en esta ciudad.

Un día lluvioso, luego de tomarme un poco de vodka como merienda, mire por la ventana y en el tejado del edificio de al frente había una figura caminando de un lado a otro, en ese momento todo estaba oscuro no podía observar nada, hasta que se predio la luz de un faro cercano al hotel entonces lo vi.

Su figura se me hacia familiar,  sus zapatos de color azul con un notable exceso de uso, su saco gris con rayas rojas, sus pantalones negros  y su manera de caminar era casi idéntica a un viejo amigo que no había visto hace tantos años desde que desapareció en un día de invierno como este.

Luego de mirarlo por un momento en me dio de su desesperación desaprecio entre la neblina espesa, yo comencé a sentir como si ahora el me observara, sentí como el respiraba cerca mio entretanto yo lo buscaba al otro lado de mi ventana.

Mi silla rechinaba con mis constantes movimientos, no sabía donde esconderme si abajo de mi cama o buscar el lugar menos apropiado para poder dormir esta noche sin temer nada, entre la desesperación de la búsqueda encontré un recorte de un periódico viejo en el que decía:

"¡El nuevo psicópata de la ciudad del demonio ataca de nuevo! esta vez degolló a su víctima y pinto un símbolo de interrogación en una pared del centro"

En ese momento pensé en el hombre que había desaparecido frente a mis ojos, inmediatamente cerré la ventana y puse el doble seguro a mi puerta de manera podrida, me arme con una escoba y puse a correr el agua de la ducha oxidada que tenía, el sonido del agua me calmaba en medio de la angustia de saber si sería la nueva víctima del ese psicópata, entonces caí en un profundo sueño.

El sueño me hacía pensar en la voz ronca de mi madre
llamándome como siempre a la hora de la comida
pensando que no estaba muerta mi sonrisa seguía en mi rostro
la luz parecía ser infinita y el sol brillar en medio de los campos donde crecí

Crecí perdiendo mi tiempo lanzando monedas a los vagabundos que veía volar
en los grandes aviones que chocaban en mi cabeza o mirando a los locos soñar
creando alas con los brazos de los cuerdos y a los tristes payasos sonriendo al mirarme llorar.

Mi sueño me llevaba a recordar todo poco a poco
mi primer amor que acabo con un intento de homicidio,
el sutil beso de una prostituta a la que no le pague una noche de domingo
y mis amargos paseos en los buses subterráneos de esta ciudad.

De cierto modo me sentí perdido como si hubiera caído en un gran vació
estaba pensando que he ganado un juego que nunca jugué por miedo a ser vencido,
pero fue entonces cuando me di cuenta que el estaba atrás mio
como un sombra que se desvanecía con la falta de luz y sin destino.

Al levantarme del suelo lo mire fijamente, el se quito su mascara de papel y sonrió.

Yo de alguna forma sonreí al mismo tiempo que el, solo de esa forma me di cuenta que me estaba mirando en el espejo del baño y que en verdad yo era "El psicópata de la ciudad del demonio".

El que degollaba a las personas por diversión y se desvanecía lentamente entre la neblina espesa, apunto de encontrar otra victima. Yo estaba siempre saliendo a las calles con mi mascara de hombre normal y una pala en el hombro como un verdadero ciudadano de este lugar, el verdadero monstruo sin rostro.

¡HOMBRE SIN ROSTRO Y SIN NADA QUE PERDER!